Todos los días, Benjamin Mitchell-Yellin recibe mensajes que cuentan experiencias con el más allá. Pero el problema es que Benjamin no es miembro de ningún movimiento espiritual, ni practica esoterismo, él únicamente es académico, y junto a otro grupo de científicos estudia algo tan poco habitual como es la inmortalidad, como así publica la BBC.
«Vamos a ser muy cuidadosos en documentar las experiencias cercanas a la muerte y otros fenómenos, tratando de descubrir si son atisbos plausibles de una vida en el más allá o son ilusiones biológicamente inducidas. No vamos a gastar dinero en estudiar reportes de secuestros alienígenas», aseguró el profesor John Martin Fischer.
El dinero al que se refiere es una beca de cinco millones dólares. Este dinero es una suma poco habitual para proyectos académicos basados en ciencias ‘blandas’, mucho menos dedicados a una materia tan controvertida. La vida, la muerte, el cielo y la posibilidad de la inmortalidad. Todos estos temas, y algún que otro más son los que se pueden encontrar en el denominado ‘Proyecto Inmortalidad’.
«Estamos buscando gente que estudia temas como longevidad, creencias interculturales sobre el más allá, o cómo esas creencia pueden afectar conductas y otros temas parecidos. Es un desafío poder evaluarlas en su justa medida cuando son tantas las que nos llegan», dijo Benjamin Mitchell-Yellin.
Ya han anticipado que no habrá cacería de fantasmas ni conversaciones con las ánimas ni persecuciones de zombis. Pero sí mantendrán una «mente abierta respecto de las tradiciones y creencias» aunque para analizarlas bajo estándares estrictamente científicos.
No es fácil saber dónde empieza lo esotérico y donde termina la ciencia, reconocen los investigadores. Para ser viables, los proyectos deben tener una premisa que los haga tener una hipótesis susceptible a ser empírica.
«Hay muchas cuestiones que se relacionan con la inmortalidad y pueden ser testeadas: por ejemplo, se puede medir cómo afecta la conducta cotidiana el hecho de creer en una vida posterior o estudiar el comportamiento económico de un individuo sobre la base de si cree o no en la eternidad», ejemplifica el filósofo Micthell-Yellin.
Lo que el ‘Proyecto Inmortalidad’ se propone demostrar es que tal vez los gatos que fluctúan entre «planos de la existencia» y los túneles y jardines que se visualizan tras la muerte son aptos de ser estudiados bajo la rigurosa lupa de la ciencia.
«Estamos buscando gente que estudia temas como longevidad, creencias interculturales sobre el más allá, o cómo esas creencia pueden afectar conductas y otros temas parecidos», señala Mitchell-Yellin.